Carolina Morales nos demuestra que las mujeres pueden ser doblemente emprendedoras. Nos tocó conversar con una dama persistente, terca hasta la médula que nos envuelve no solo por su creatividad en el arte joyero, sino también por sus cualidades de empresaria en el mundo chocolatero.
La maracayera asoma un manojo de virtudes que asombran al ojo de los clientes más exigentes. Carolina no se limita a un solo propósito de vida, rebasa la razón, se atrevió a llenarse de abundantes conocimientos estudiando arte, diseño de modas y joyería.
Ventaja significativa que le ha permitido un espectro amplio de la estética y la belleza aplicable a todos los ámbitos de la vida. Sus pensamientos están repletos de ideas que se materializan en sus creaciones, recibiendo con ello muchas satisfacciones.
Morales invita a sus clientes a dar una mirada para el análisis virtual de su obra como joyera y chocolatera, actividades que le valieron el pseudónimo de la “joyera del cacao” como la llaman cariñosamente en Chile.
Choroní, mi centro de producción chocolatera
Carolina Morales sigue apostando al país, su Venezuela de oportunidades, por ello se quedó trabajando para hacer crecer su centro de producción en el Charal, una finca dedicada a la plantación de cacao y cultivos asociados, como frutales, aguacatales, cafeto, maderales y huertos de hierbas, entre otros.
Junto con su familia, se ha encargado de “levantar un paraíso enclavado en montañas de clima tropical húmedo, como el perfecto y más apropiado ecosistema fértil y bendecido para albergar gran especies de biodiversidad”.
La emprendedora mantiene permanentemente la visualización y la prosperidad de una plantación de cacao 100% orgánica, con gran capacidad para elaborar nuestros chocolates de nuestro propio cacao venezolano, meta que la mantiene con mucha ilusión y esperanza. “Estamos seguros de que serán momentos de gran alegría y realización cuando alcancemos la meta”.
Infancia apegada al cultivo de cacao
Carolina se siente identificada con la Costa Aragüeña, lugar donde creció, amando cada curva de cada montaña del Parque Nacional Henri Pittier. Y, a pesar de que hace 6 años su vida tomó un rumbo distinto, se siente agradecida y satisfecha por haber nacido de un padre del campo, agrónomo, amante de las plantas y frutales.
La productora de cacao lleva el llano en la sangre en virtud de sus raíces maternas, “tuve la dicha de crecer entre llanuras, corrales, muy cerca de una naturaleza virgen”.
En su mente reposan un cúmulo de vivencias albergadas desde la niñez, “mi experiencia de ir libre de cara al viento, siempre en sintonía con la madre naturaleza, despertaron la pasión al chocolate extra dark”.
La criolla también se complace con dulces sencillos de su Maracay natal, entre ellos el arroz con coco, leche y canela con hojitas de Malagueta, y platos típicos costeños como el pescado fresco y los frutos del Mar Caribe, acompañado de ensalada con aguacate injertado, y, en diciembre, la hallaca de su mamá.
A partir de estos aconteceres de la brega, vivencias y cotidianidad del hogar venezolano, comenzó a nacer el gusanito y la curiosidad por palpar por sí misma la idea de llevar a cabo todo lo que había visto y sentido en su pasado en el campo, circunstancias que sembraron en su ser el cuidado y amor por la agricultura en todas sus facetas.
Carolina Morales: “Tus pasos siguen tus pensamientos”
Para Carolina el apoyo de su familia ha sido crucial para levantar su negocio con el cacao criollo. Se convirtió en productora de alimentos, tras seguir el rumbo trazado por sus pensamientos. La joyera del cacao lleva a la práctica el proverbio vasco “Non Gogoa Han Zangoa” que significa “donde van tus pensamientos, van tus pasos”.
En palabras de Carolina Morales “donde están tus ganas, tus querencias, tu corazón, allí pones el pie, por allí vas. Este lema de vida me ha acompañado por muchos años, me ha permitido culminar metas que me he propuesto, conocer personas que he admirado, me permitió tener mucha cabeza en el corazón para culminar ultramaratones de 300km, con determinación y confianza en mis capacidades y entrenamiento físico y mental”.
De la semilla a la barra
Darïku Chocolatier es una empresa familiar, dedicada al proceso y elaboración de chocolateria desde la semilla hasta la barra.
“Hace 7 años tuvimos la gran oportunidad de vivir 2 años en Bogotá, en donde compartimos un hermoso proceso que nos ayudó a crecer como chocolateros, al lado de otras firmas ya consolidadas de Colombia”.
La marca pudo enlazar con la Federación Colombiana de Cacao, conexión que dio un impulso favorable a la empresa y sirvió de punto de partida para consagrarse como productora de cacao.
La meta a corto plazo de Darïku Chocolatier es abrir un obrador y tener una exhibición permanente de cacao y subproductos del mismo, además de colecciones de chocolates, “será un espacio dedicado al arte de la confección de chocolates, donde se pueda difundir y compartir de forma armónica nuestros conocimientos y experiencias como agricultores del cacao, y también como chocolateros”.
La marca Darïku Chocolatier cuenta con una línea retail de cacao y sub productos como: granos de cacao seleccionados y tostados, snacks de granos de cacao caramelizados con chocolate, nibs de cacao, licor de cacao, polvo de cacao, infusiones de cacao e incluso hierbas medicinales y aromáticas.
Completa su stock con una amplia variedad de tabletas de chocolate y bombones que seguramente son un deleite al paladar.
Cacao 100% venezolano
La empresa tiene su hacienda cacaotera “El Charal”, la cual lleva el nombre del caserío ubicado a unos 10km de Choroní. Carolina Morales quiso dar a conocer y mantener el nombre de la zona, Dariku en El Charal.
Allí no solo se dedican a la actividad de la siembra, propagación y manejo genético del cacao, también dedican tiempo al forestado con especies autóctonas del Parque Nacional que, en el futuro, servirá para dar sombra permanente a una futura plantación de cacao y frutales.
Ante la interrogante sobre la diferencia entre el cacao de Choroní y el del resto del país, nos responde que “cada región del país tiene su encanto, sus variedades, y el cacao que en cada región de Venezuela nace, lo hace único y respetado, nosotros nos identificamos con nuestro cacao por estar ubicados en uno de los escenarios más hermosos de Venezuela, Choroní”.
Choroní es un pueblo heredero colonial fundado en 1616 que mantiene sus tradiciones culturales y arquitectónicas, enclavado entre montañas y bosques de clima tropical húmedo, paraje ideal con las condiciones perfectas para el cultivo del cacao.
La siembra de cacao en la zona se ha transmitido de generación en generación, desde aquellos tiempos en el que indios y afrodescendientes se dedicaban a los cultivos.
Su microclima envuelve tierras e historias cacaoteras que datan de la época colonial, “sus olores y su permanente fertilidad, hacen de nuestro cacao el premium de los cacaos criollos de la Costa Norte central de Venezuela” resalta la venezolana.
Un cacao con personalidad
Darïku Chocolatier supo progresar ante el desafío que significa mantenerse a flote en Venezuela, “lo más difícil ha sido entender los procesos y la personalidad del cacao y del chocolate”. La empresa se capacita constantemente, se actualiza, se abre a las nuevas tendencias, comparte sus experiencias, y se rodea de profesionales, expertos y público en general para su crecimiento.
“Pienso que se trata de un hermoso camino, el cual transitamos quienes nos encontramos sumergidos en ello, con tropiezos normales de todo transitar, práctica, práctica, persistencia sistemática, sin descanso, al final, amamos lo que hacemos, y queremos seguir aprendendiendo de los grandes colegas de nuestro país”.
Perpetuando el cacao en Venezuela
La empresa cree firmemente en la sostenibilidad y en perpetuar el cacao en el país, para ello “debemos abrir una brecha que una a las generaciones que nos siguen, el cacao y sus acompañantes, para perpetuar esta conexión en los tiempos por venir, pero antes hay que educar y prepararse, atesorar la paciencia en el campo, que da la recompensa, la vida, el sabor y la abundancia”.
Carolina debe su sabiduría a sus padres, que son su modelo a seguir y el mejor ejemplo para su vida. “Nació el compromiso por seguir perpetuando esa herencia invaluable de contar con el mejor cacao del mundo, lo que nos hace sentir bendecidos”
Pero, además de estas enseñanzas, Carolina Morales agrega que el éxito se consigue con “perseverancia, identificación con lo que se hace, creatividad, siempre teniendo claro lo que queremos y hacia dónde queremos ir, sin dejar de lado rodearse con un maravilloso equipo a tiempo completo, y ¡nunca desistir!”
“Aprendan todo sobre el cacao”
A nuestros jóvenes, a los nuevos emprendedores, y a todo aquel que desee rescatar y sostener esta práctica ancestral aconseja “que no se queden con aprender cómo se hace un bombón o barra de chocolate, es imperante conocer de dónde proviene el cacao, conocer su composición y procesos en campo de siembra, cosecha, post cosecha, fermentación, y todo lo que ocurre desde que se siembra esa semilla tan fascinante hasta la degustación de un chocolate ¡100% venezolano!, el placer más grande del mundo.”
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