
Para muchos, volver a Venezuela es una idea impensable. Para otros, es un acto de fe y propósito. Elena Altuve pertenece a este segundo grupo. Comunicadora, profesional de mercadeo, madre de tres niños y creadora del proyecto Venezuela con Chamos, representa a esa generación de venezolanos que decidieron volver para sembrar.
“El tiempo de Dios es perfecto”, afirma con serenidad. Y es que su regreso a Caracas marcó el inicio de una nueva etapa personal y profesional, donde su misión ahora se centra en construir un país desde la mirada familiar, mostrando que sí hay planes, espacios y razones para criar desde el amor y la raíz.
Una trayectoria entre culturas y certezas
Licenciada en Estudios Internacionales, con especializaciones en mercadeo y negocios, Elena tuvo una carrera corporativa de más de 20 años. Vivió en ciudades como Nueva York, São Paulo y Barcelona, pero fue Venezuela la que terminó llamándola de vuelta.
“Decidí volver para educar a mis hijos aquí y que vivieran su infancia en mi tierra”, nos cuenta. Y lo hizo convencida de que los valores, la fe y el contacto con la cultura venezolana son esenciales para una crianza sólida.
Hoy, además de dirigir su propia empresa de asesoría en marketing, lidera con enorme compromiso Venezuela con Chamos, una red que promueve el turismo familiar y el bienestar desde una comunicación responsable.
Venezuela con Chamos: una visión que transforma
El proyecto nació desde una inquietud muy clara: ¿qué hacer con los niños en Venezuela? Muchos cuestionaban su decisión de volver, dudando que existieran opciones para una infancia plena en el país.

Fue entonces cuando Elena decidió alzar la voz. “Quise ser un vocal para las familias con niños que vivían en Venezuela, que pensaban en retornar al país o que venían de paso”, explica.
Así nació @venezuelaconchamos_, una comunidad que brinda recomendaciones, alternativas, actividades y tips para disfrutar del país en familia. A través de sus plataformas, Elena promueve marcas y servicios alineados con su visión: una infancia feliz, saludable y conectada con lo local.
“No solo hablamos de destinos turísticos, sino de valores, de bienestar emocional, de propuestas que construyen. Queremos ofrecer una mirada integral, optimista y realista de lo que es criar en Venezuela hoy”, sostiene con firmeza.
Fe, propósito y comunidad
Para Elena, su motor es espiritual. “Dios es mi norte, mi centro y me ha dado propósitos de vida”, dice. En su voz hay firmeza y dulzura. “Sueño con generaciones que aporten a nuestra sociedad, donde el mérito se valore, el esfuerzo se compense y donde las cosas buenas tengan una voz más fuerte”.
Convertirse al cristianismo fue una experiencia que marcó su vida y, desde entonces, ha volcado su energía en vivir con coherencia, servir a otros y ser guía para sus hijos, junto a su esposo, desde los principios y valores de la fe.
La Venezuela que merece ser contada
El recorrido de Venezuela con Chamos le ha dejado múltiples lecciones. Una de las más poderosas es el redescubrimiento de su país. “Lo hermosa que es Venezuela, lo mucho que necesita que la quieran”, expresa.
También ha aprendido a valorar la cantidad de personas que están apostando, desde lo pequeño o lo grande, por sumar al país. “Tenemos una riqueza natural inmensa, pero también una riqueza humana que hay que visibilizar. Promover lo nuestro es sembrar en futuro”.

Desafíos con propósito
Abrir un espacio que hable desde y para las familias no ha sido fácil. Crear comunidad, ofrecer contenido útil, sostener una línea editorial responsable y ser coherente en las alianzas es un trabajo constante.
“El desafío está en mantenernos fieles al propósito y elegir bien a nuestros aliados, marcas y mensajes”, explica. A esto se suma la realidad del turismo nacional: viabilidad, servicios y costos siguen siendo temas complejos, aunque afirma que siempre hay alternativas y formas de disfrutar con lo que se tiene.
Elena bajo la lupa
Al preguntarle por una anécdota, su mirada se llena de memorias. Aunque no especifica una sola, confiesa que el camino ha estado lleno de momentos transformadores, siendo la pérdida de su padre en la infancia uno de los que más marcaron su vida. “Aprendí del dolor, la resiliencia y la capacidad de adaptarme. Hoy amo el presente y busco sacar lo mejor de cada experiencia”.
Entre sus referentes, destaca con cariño a Valentina Quintero como figura clave en la promoción del turismo venezolano y al proyecto español Mamaproof, por su enfoque integral de comunidad familiar.
¿Y sus sabores venezolanos favoritos? “Me encanta la arepa con diablito”, dice entre risas. ¿Y un lugar que la conmueva? “Mérida… es un lugar que me roba el aliento”.
Las claves de su éxito
Para Elena, no hay recetas mágicas: perseverancia, mucho trabajo y esfuerzo. “No tener miedo a los NO, y abrazar los SÍ con pasión”. Esa es su filosofía, la que la ha llevado a consolidar un proyecto con voz propia y visión de país.
Su consejo para los jóvenes es claro: “Prepárense. Adquieran herramientas y habilidades, vivan experiencias que enriquezcan su equipaje. Atrévanse a soñar en grande aunque el panorama sea incierto. Tengan fe en sus corazones porque Dios nos capacita para alcanzar nuestro propósito. No están solos. En nuestra sangre hay fuerza, hay fuego, hay garra”.
Palabras que no solo inspiran, sino que también confirman que hay esperanza, que hay quienes construyen desde el amor y que, en medio de la adversidad, todavía hay lugar para sembrar y disfrutar con los chamos.
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