Cada 21 de julio, en Venezuela, rendimos homenaje a una profesión que combina ciencia, vocación y sensibilidad: la medicina veterinaria. En esta fecha, reconocemos el trabajo de los especialistas que velan por la salud de nuestras mascotas, del ganado, de las especies silvestres, marinas y, en general, de todos los animales.
Más allá de las consultas clínicas o quirúrgicas, los médicos veterinarios cumplen un rol esencial en el desarrollo socioeconómico del país, en la protección de la biodiversidad y en la seguridad natural.

Una fecha para honrar la entrega, la ciencia y la compasión
La celebración del Día del Médico Veterinario en Venezuela se remonta al año 1946, cuando se llevó a cabo en Caracas el Primer Congreso Grancolombiano de Médicos Veterinarios. Durante ese evento, que tuvo lugar del 21 al 28 de julio en el Liceo Andrés Bello, participaron profesionales de Ecuador, Colombia, Panamá y Venezuela. Fue precisamente el día de inicio del congreso, el 21 de julio, el que se estableció como fecha oficial para honrar esta noble profesión en el país.
A diferencia de otras naciones hermanas —como Colombia, que celebra el 10 de mayo, o Panamá, el 4 de octubre, día de San Francisco de Asís—, Venezuela reservó esta fecha como espacio de reflexión, reencuentro gremial y celebración de los aportes de sus profesionales veterinarios, quienes se desempeñan en áreas que abarcan desde la atención clínica individual hasta el control de enfermedades zoonóticas, la inspección de alimentos, la producción pecuaria, la investigación científica y la conservación de especies.
Orígenes históricos de la medicina veterinaria en el país
Recordar el origen etimológico del término veterinario nos conecta con una historia milenaria. En la Roma del siglo II a.C., se llamaba veterianea a los animales de carga viejos o disminuidos en fuerza, y los veterinarii eran quienes se ocupaban de cuidarlos. Aún antes, hacia el 1900 a.C., el emperador Asoka, de la India, ya ordenaba la preparación de medicinas para humanos y animales por igual.
Esta tradición de respeto y atención al bienestar animal continúa viva, y en Venezuela tiene rostro, nombre y entrega diaria. Los primeros pasos hacia la institucionalización de esta disciplina en el país se dieron en el siglo XIX, cuando el doctor José María Vargas, figura fundamental del saber científico nacional, promovió la enseñanza de la medicina animal.
En 1842, Vargas creó la Cátedra de Agricultura, Pastoría y Veterinaria, sentando así las bases formativas de lo que, con el tiempo, se convertiría en una carrera consolidada. Sin embargo, no fue sino hasta 1938 que la medicina veterinaria dio un salto cualitativo e institucional, cuando el presidente Eleazar López Contreras decretó la creación de la Escuela Superior de Veterinaria, ubicada en la histórica Hacienda Sosa de Caracas.
Con esta medida, el país asumió de manera formal el compromiso de formar profesionales especializados en el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades en animales, así como en el impulso de la producción animal y el desarrollo rural.
Hoy en día, la labor del médico veterinario es indispensable.
Estos profesionales transitan entre consultorios, granjas, parques zoológicos, industrias cárnicas y centros de investigación, muchas veces en condiciones complejas y exigentes. Su aporte va más allá del bienestar de los animales: se extiende a la salud pública, la economía nacional y la relación armónica entre el ser humano y su entorno natural.
Cada 21 de julio, celebramos el Día del Médico Veterinario en Venezuela, porque su trabajo, silencioso y fundamental, garantiza no solo la salud de los animales, sino también el equilibrio de nuestras comunidades. Su labor es ciencia, pero también es ética y amor.
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