Desde que Armando Mundaraín descubrió la cocina, se sintió en casa
«Me llamó poderosamente la atención el manejo, el tiempo y las técnicas de la cocina»
Armando Mundaraín es un joven venezolano quien migró desde sus 18 años a Hungría, estudió en la universidad y logró desenvolverse muy bien en la cocina, actividad que lo llevó a formar parte del programa A Konyhafőnök, titulo que en español se traduce a El Jefe de la Cocina o El Chef. Su formato es muy similar a Master Chef, pero no pertenece a la cadena de programas culinarios.
Todo esto viene a ser relevante porque el pasado 18 de septiembre Armando Mundaraín ganó la competencia A Konyhafőnök. Semanas antes había destacado por su Asado negro con puré de papas, plátano dulce con clavitos, guasacaca y chips de yuca. Sin embargo, tres platos lo llevaron a la victoria. De entrada, Dashi de hongos con codorniz y chips de jamón serrano. Principal, ciervo en salsa de oporto y chocolate, texturas de zanahoria y crocannte de mixtura de semillas. Y de postre, Panna cotta de romero, caramelo de semillas de amapola, mouse de chocolate, coulise de parchita, melón caramelizado y crocante de mixtura de semillas.
¿Cómo llegó Armando Mundaraín al programa A Konyhafőnök?
El mismo equipo creador de A Konyhafőnök tenía tiempo interesados en la participación de Armando Mundaraín. Esto debido a que Armando lleva 5 años desenvolviéndose en restaurantes con estrellas Michelin, hoteles cinco estrellas y en bares de la ciudad. «En el 2016 tuve la oportunidad de representar con el equipo de chef más reconocidos de Hungría en la conferencia San Sebastián Gastronomika.» Por este motivo, ya existía el interés, incluso del mismo Mundaraín, pero por sus estudios y el trabajo se le había complicado tener el tiempo disponible.
«Este año decidí tomarme el tiempo para hacerlo, comencé a trabajar con varias recetas entre descanso y descanso en mi trabajo. Porque quería probar mis capacidades dentro de la competencia gastronómica bajo la presión de las cámaras y el jurado. Y bueno, creo que la recesión de la pandemia ayudó un poco también.»
Su experiencia en el programa resultó muy a gusto para Armando Mundaraín, incluso amena por el trato amable de producción más la buena relación entre los competidores, «existe un ambiente de mucho aprendizaje, y me emociona mucho saber qué está por venir.» De hecho, Armando aprovechó esta experiencia al máximo para aprender aún más lo que tuvieron para enseñar los jueces y los concursantes. La decisión de Armando para preparar el asado negro fue por el significado familiar que tiene para él (y la mayoría de los venezolanos). «El asado negro reúne en perfecta armonía lo que somos», detalló reviviendo los encuentros familiares del domingo o navidad. De manera similar se sintió con la preparación del plátano dulce, «dicen que hay sabores que nunca se olvidan y eso me pasa con el plátano dulce, esta receta me remonta a mi infancia.» Todo lo que preparó fue con el corazón en su hogar, sus raíces y la familia.
Algo interesante que sucedió durante la competencia, fue que Armando Mundaraín pudo reencontrarse con su mamá después de seis años sin verla. «Yo gané por el hecho de tener a mi mamá acá, pero además fue maravilloso que ella pudiera probarlo y dar su visto bueno ante el jurado». Durante muchos años, el único contacto que Armando mantuvo con su familia fue WhatsApp. Y por el hecho de haberse ido desde muy joven a Hungría, su madre desconocía la evolución de su habilidad culinaria. Así que el encuentro «ha sido una muy grata sorpresa para ambos, porque me dijo que el asado estaba perfecto para comer con arepas. Eso es muy bueno»
Armando Mundaraín: «no tengo estudios formales en artes culinarias, aprendí trabajando»
Armando Mundaraín es una muestra de que la cocina es una posibilidad disponible para todos, solo se necesita esfuerzo, dedicación y mantenerse maravillado con los alimentos. Realmente Armando estudió economía, con una especialización en Gerencia de Hotelería y Comida en la Universidad de Negocios de Budapest (Budapest Business University). El 3 de Julio del 2020 fue su acto formal de graduación. Durante la carrera pudo aprender en algunos semestres sobre la preparación de alimentos. Por lo tanto, «debía trabajar para cubrir mi manutención cuando CADIVI nos dejó en el aire. Toque con la buena disposición de muchas personas para ayudarme y una de esas personas claves fue mi chef Eszter Palagyi». Posterior a él siguieron otros guías que le hicieron mejorar. Aunque Armando siente una increíble conexión con la cocina, no limita sus posibilidades, está muy dispuesto a dedicarse a otros proyectos más allá de la gastronomía.
«Lo que nació de una necesidad, me ha llevado a trabajar durante varios años en la cocina y sinceramente me siento muy a gusto, he aprendido y crecido en mucho dentro de esta área»
El cómo llegó a Hungría, se remonta al 2011. Armando Mundaraín nació en Caracas, se crió entre Guarenas y Guatire, pero siempre tuvo la inquietud de estudiar fuera de Venezuela. Luego del bachillerato se inscribió en el programa de intercambio de AFS y su opción disponible era el país europeo. Finalizó en julio sus estudios secundarios y para septiembre ya comenzaba una nueva vida en Szeged. «Allí me alojé con la familia anfitriona y estuve un año escolar completo, retornando en Julio de 2012 a mi país.» Fue un país que le impresionó. Estudió hungaro en la Universidad de Szeged, así que el trato con las personas fue más cercano y recibió el apoyo para continuar. Para el 2013 presentó la prueba en la universidad, fue aceptado y comenzó la búsqueda de patrocinio por fundaciones. «Sobre todo el retorno, es decir pasajes y el pago de la matrícula en la universidad.» Fue entonces cuando CADIVI, que aún funcionaba, le prestó el apoyo y así pudo comenzar su carrera. Toda su trayectoria lo deja actualmente en Budapest-Hungría.
«He pasado por muchas situaciones que me han ayudado a crecer personal, profesional y espiritualmente.»
Para Armando Mundaraín adaptarse a un nuevo continente fue relativamente rápido, solo por lo temprano de su decisión. A esto se le sumó el ambiente. Su periodo de aprendizaje estuvo rodeado de un ambiente familiar con personas muy hogareñas que mostraron mucho apoyo y protección para él. «Gracias a ello adquirí un conocimiento extenso de la cultura y su gente». Armando considera a Europa un lugar encantador, receptivo grandemente con extranjeros, respetuosos y curiosos ante las diferencias. Lo que más ha maravillado a Armando es la gastronomía, que se vuelve otro método para conocer más culturas. Más allá de ello, sólo consiguió como un reto el tener que crecer sin sus familiares. «Yo tuve que acostumbrarme a tener a mis seres queridos a través de la virtualidad.»
Armando Mundaraín se ha desarrollado entre distintas culturas, así que parte de sus sueños se han hecho realidad. Habla 4 idiomas: español, inglés, húngaro y francés. Su favorito es el inglés. Creció entre el inglés y el español, que por supuesto son los que más habla. «El inglés lo aprendí desde muy pequeño a través de los videojuegos, películas y familiares fuera de Venezuela. Todo eso me despertó la curiosidad por los idiomas, al punto que decidí a muy temprana edad que quería estudiar en el exterior.» Por el lado opuesto, el húngaro es el más complicado, sin embargo, se esforzó por aprenderlo porque le traería mayores ventajas en el país. Ahora, que aprendió francés, ya se siente más confiado en el aprendizaje e incluso enseñanza de idiomas. «Que no te de pena a la hora de practicar y comunicarte cuando estés aprendiendo, las personas que manejan un segundo idioma entienden y aprecian el esfuerzo que estás haciendo.»
Con respecto a enseñar, este fue el principal motivo por el que entró en una cocina. Durante sus prácticas en la universidad «mi tarea era enseñar inglés al equipo húngaro, y a cambio ellos me enseñaron a cocinar.» Ahí descubrió un mundo maravilloso, se enamoró de la cocina, le hizo sentirse como en casa y decidió permanecer en el área hasta finalizar los estudios, pero ese lapso se extendió hasta la actualidad.
En cuanto a sus sueños, estos han estado en constante cambio, dado que ha experimentado en diversas áreas profesionales y ha crecido en cada una de ellas. Sin embargo, le gustaría “participar en algún programa que me permita servir de embajador cultural gastronómico latinoamericano en Hungría» para mostrar la variedad de sabores, riquezas y el gran potencial que tiene la fusión de la cocina latina y húngara.
Por otra parte, Armando Mundaraín considera que el reto más grande para los cocineros actualmente es «entender que para llegar a ser excelentes, es necesario tener disciplina». Incluso, saber planificar, organizar y trabajar en equipo. Lo que él considera fundamental no solo para mostrar un plato delicioso y que luzca bien, sino dar un buen servicio. Pero el reto no se detiene ahí. Es necesario que cada cocinero descubra su identidad propia dentro de la cocina.
Detrás del Armando Mundaraín cocinero existe un entusiasta del Crossfit
«Para mi cocinar es una meditación activa, calma la mente y permite fluir el sentir sin que los pensamientos influyan en el proceso.»
Armando se define como «una persona afortunada que ha tenido buenas oportunidades». Cuyos orígenes de Caracas, Guarenas y Guatire se mantienen muy presentes en su vida. Soñador de viajar y conocer el mundo. Fue jugador de fútbol desde sus 4 años con el equipo municipal, estudiante del colegio de Guatire y scout en el Grupo Alianza, donde fue fundador con su padre. Su infancia y juventud estuvo llena de muchas alegrías.
Su plato favorito venezolano son las arepas de chicharrón y las cachapas con queso de mano y cochino frito,acompañado por una malta o cerveza. Especialmente porque le recuerda mucho a los viajes a la playa con su mamá. Durante sus vacaciones o fines de semana solían ir a Higuerote «y en el camino comíamos esas maravillas». En cuanto a su lugar preferido, a lo que él le añade añorado, es Chirimena. «Por la belleza de las playas, por la comida, por la gente, siempre la pasábamos muy rico.» Y en cuanto al mundo gastronómico, Mundaraín considera sobresaliente el trabajo de los chefs Daniel Humm, Jordi Roca y Ferrán Adrià, «por su trayectoria e innovación como padres de la gastronomía moderna.»
Debido a los 9 años incansables de trabajo que ha experimentado Armando Mundaraín, actualmente se encuentra en cumplir otro sueño: formar una familia. «Lejos de mi familia, me he dado cuenta con el pasar del tiempo que las relaciones humanas tienen mayor importancia que cualquier otra cosa, eso ha impulsado en mi la gana de establecerme emocionalmente». Cabe destacar que Armando ha llevado estos valores a la cocina, donde ve a sus compañeros como una familia más. Aplicarlo le «ayudó a conservar un ambiente y un equipo de trabajo próspero».
Fuera de la cocina, Armando mantiene una rutina diaria, desde las 7 de la mañana está en el gimnasio haciendo Crossfit. Posterior al trabajo, se dedica a su pareja o jugar videojuegos. «Mi trabajo se basa en atender a los comensales y por eso en mis tiempos libres me gusta atenderme a mí mismo.»
Su siguiente proyecto es volverse embajador cultural gastronómico de la comida latinoamericana. Lo que sigue desarrollando, «he pensado en hacerlo por diferentes plataformas como por ejemplo la televisión, restaurantes o redes sociales». Por último, Armando comparte su consejo para quienes deseen dedicarse a la cocina o para quienes ya estén en otras tierras:
«Considero que tenemos algo muy importante: creatividad, buen humor y nos gusta trabajar buscando la excelencia. Somos persistentes, entonces nunca debemos perder nuestro norte sobre todo en los momentos de mayor caos, nunca se debe perder el foco y la seguridad que te da saber quién eres y lo que quieres expresar.»
Ahora comienzan a abrir mayores posibilidades para Armando Mundaraín. Desde Venezolanos Ilustres alentamos su trabajo, apoyamos sus iniciativas y le otorgamos otra ola de aplausos por su grandioso triunfo.
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