Rafael Bolìvar Coronado fue un periodista, poeta y compositor venezolano que destaca en la historia por ser el autor del joropo «Alma Llanera», considerado el segundo himno nacional de Venezuela. Esta no fue su única obra, pero sí la más conocida.
El original Rafael Bolívar Coronado
Nació en Villa de Cura, estado Aragua, en Venezuela el 6 de junio de 1884. Su padre fue Rafael Bolívar Álvarez (un escritor). Poco se conoce de sus primeros años, solo directamente su experiencia como periodista desde 1912, con colaboraciones en El Cojo Ilustrado, El Nuevo Diario y El Universal.
Para el 19 de septiembre de 1914, Venezuela ya conocía de la zarzuela Alma Llanera. Sin embargo, el mismo Rafael Bolivar Coronado no se consideraba popular y hasta le tenìa un poco de desprecio a su obra, llegando a escribir en Memorias de un semibárbaro «De todos mis adefesios es la letra del Alma Llanera del que más me arrepiento».
«Un hombre con más de seiscientos nombres»
Posterior al éxito nacional que fue Alma llanera, Juan Vicente Gómez le otorgó una beca a España, momento que le da un gran giro a su vida. Puesto que comenzó a trabajar como escritor, pero para ganar dinero, utilizaba nombres de autores reconocidos y muchos seudónimos, lo que se estiman fueron unos seiscientos nombres.
«Como suelen hacerlo muchos hampones, Bolívar Coronado se adhería a una idiosincrásica restricción ética: escribía escarpados apócrifos, que dolosamente atribuía a terceros, muchos de ellos contemporáneos suyos, como Arturo Uslar Pietri, pero jamás plagió.» – El Falsario de Indias, Letras libres
Rafael Bolívar Coronado trabajó en España como secretario de Francisco Villaespesa, este logró falsificar cartas de recomendación de otros intelectuales. Sin embargo, no duró mucho puesto que este reconoció la astucia de Bolívar y lo retiró de su servicio. Sin embargo, siguió escribiendo, redactando artículos literarios y antigomecistas.
El premio mayor lo llevó Rufino Blanco Fombona, dueño de la editorial América y quien recibió muchas obras creadas por Rafael Bolívar Coronado a nombre de otros autores. La verdadera finalidad era que copiara manuscritos en la Biblioteca Nacional de Madrid, en su lugar Rufino le entregaba crónicas de Indias, estudios sociológicos, obras científicas entre otras obras propias, a nombre de Daniel Mendoza, Rafael María Baralt, fray Nemesio de la Concepción Zapata, Agustín Codazzi, entre muchos otros. Fue descubierto por Vicente Lecuna, donde el léxico y la sintaxis entre las crónicas que realizaba Bolìvar discrepaban con el supuesto autor original. Por su parte, Blanco Fombona hasta le ofreció un duelo a muerte, pero Rafael huyó a Cataluña y siguió con lo suyo.
Tomando la referencia del historiador Rafael Ramón Castellanos en el libro Un hombre con más de seiscientos nombres de Rafael Bolívar Coronado:
“escribía, además de los libros, doce artículos diarios con nombres diferentes que cambiaba cada semana. Muchos de los artículos eran contra Gómez (…); escribe febrilmente, publica un poema inédito de sor Juan Inés de la Cruz (suyo) y se hace corresponsal en la guerra del Sahara para La Publicidad, El Noticiero y El Diluvio de Barcelona. Pero en realidad nunca salió de España; se disfrazaba de mendigo y vagabundeaba por los muelles hablando con los marinos y estibadores que llegaban del Sahara español, de África, y con toda la información que les sacaba, calculaba las batallas, las bajas, y nunca llegó a equivocarse, por lo cual el pago era puntual.”
La justificación de Rafael Bolívar Coronado a su decisión de tomar nombres de autores reconocidos salió en su obra autobiográfica:
“Ellos necesitaban nombres famosos: yo necesitaba trabajar para salir de apuros, que comenzaban a hacerse también famosos, y como yo no tengo nombre en la República de las Letras he tenido que usar el de los consagrados, porque yo no puedo darme el lujo de que me salgan telarañas en las muelas.”
Le salió caro, por supuesto, ya que un aviso anónimo en una revista venezolana el 6 de diciembre de 1919, donde denunciaban falsificaciones, trampas, seudónimos y heterónimos, le llevó a ser desterrado de Venezuela. Por lo que siguió en España hasta su muerte, de una gripe el 31 de enero de 1924.
Rafael Bolívar Coronado fue un gran escritor, versátil y sumamente creativo, pero la situación no estuvo de su lado para ayudarle a recibir más apreciación. Años después, podemos entender todo su catálogo de escritos, y diferentes temas que podía tratar, aunque siguen quedando con autores falsos, sabemos que es un Venezolano Ilustre de las letras.
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