Juan Liscano: Humanista, poeta y defensor de la identidad venezolana

Cuando hablamos de figuras esenciales en la configuración del pensamiento cultural venezolano, el nombre de Juan Liscano resalta con fuerza y claridad. Nacido el 7 de julio de 1915 en Caracas, este poeta, ensayista, antropólogo y editor es considerado una de las voces más influyentes del siglo XX venezolano.

Su obra, profundamente vinculada con la identidad nacional, abordó temas como la espiritualidad, el folclore, la tradición y el papel de la cultura en el desarrollo del país.

Juan Liscano, poeta, escritor y editor venezolano.
Autor: Alejandro Toro Camacho, Premio Nacional de Fotografía 1994. Subida por Fev a Wikipedia con licencia del autor, CC BY 2.5.

Una vida dedicada a las letras, la cultura y el país

A lo largo de su carrera, Liscano no solo se destacó como poeta, con obras tan significativas como Nuevo mundo Orinoco (1959) o Fundaciones (1961), sino también como pensador que exploró los vínculos entre la tradición oral y la literatura, el misticismo y la racionalidad, el mestizaje y la autenticidad. Desde sus primeras incursiones en la escritura, su voz se mostró sensible a los matices del alma venezolana y profundamente comprometida con la preservación de sus raíces culturales.

Uno de sus aportes más destacados fue su labor en la investigación y difusión del folclore venezolano. Para Liscano, el folclore no era un mero conjunto de curiosidades rurales, sino una fuente viva y activa del espíritu nacional. Bajo esta visión, dirigió la revista Letras Nacionales, presidió el Instituto Nacional de Folklore y fue miembro activo de la Academia Venezolana de la Lengua, defendiendo siempre la necesidad de valorar lo popular como expresión legítima de lo venezolano.

El legado intelectual de un pensador indispensable

A la par de su producción literaria, ejerció como crítico cultural, con una mirada aguda hacia los peligros de la despersonalización moderna. En su célebre ensayo El hombre y sus límites, Juan Liscano cuestionó la alienación provocada por el materialismo y defendió una visión más espiritual del ser humano, conectada con lo sagrado, lo poético y lo colectivo. Por esto, su pensamiento entronca con figuras como Jorge Luis Borges u Octavio Paz, pero desde una raíz profundamente criolla y latinoamericana.

En su trayectoria también destaca su paso como director de Monte Ávila Editores, donde impulsó la publicación de autores fundamentales para el pensamiento y la narrativa nacional. Su gestión fue clave para la consolidación del campo editorial venezolano, en momentos de transformación y auge cultural.

Liscano falleció en Caracas el 17 de febrero de 2001, dejando una obra vasta, reflexiva y profundamente enraizada en la complejidad del ser venezolano. Hoy, a más de dos décadas de su partida, sus reflexiones siguen siendo herramientas valiosas para pensar la cultura, el país y el papel del escritor como mediador entre el pasado y el porvenir.

Más allá de su obra escrita, Juan Liscano nos legó una manera de mirar al país: con ojos críticos, pero también con un amor profundo y un sentido de pertenencia. En cada línea suya hay una invitación a reconciliarnos con nuestras raíces, a escuchar las voces antiguas que aún habitan nuestros cantos, nuestros mitos, nuestros sueños.

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