En la historia de baluartes de literatura de Venezuela no puede dejar de mencionarse el nombre de Rufino Blanco Fombona, escritor y político venezolano que sufrió las represiones de la dictadura gomecista a principios del siglo XX.
Contexto nacional que no lo detuvo en su afán literario de producir un amplio conglomerado de obras en su época. Te mostramos más sobre la vida de este venezolano ilustre.
De la UCV a la Academia Militar
Rufino Blanco Fombona figura como uno de los escritores pioneros del modernismo literario. Caracas fue la cuna del escritor al momento de su nacimiento el 17 de junio de 1874, sus progenitores Rufino Blanco Toro e Isabel Fombona se encargaron de brindarle una educación inmaculada en colegios prestigiosos de la capital.
Rufino fue un niño de alcurnia, con el abolengo propio de una familia descendiente de conquistadores españoles, próceres de la Independencia, juristas, diplomáticos y escritores de la Venezuela colonial y luego contemporánea.
El escritor terminó la primaria en el reconocido colegio Santa María, para luego graduarse de bachiller en el San Agustín en 1889.
Al finalizar esta etapa, decidió inscribirse en la Universidad Central de Venezuela (UCV) en la carrera de derecho y filosofía, pero no completa la carga académica y abandona el alma mater.
En 1891 ingresa a la Academia Militar de Venezuela, y un año más tarde, con tan solo 18 años, participa en la Revolución Legalista, siendo nombrado cónsul de Venezuela en Filadelfia, Estados Unidos, por su excepcional desempeño.
Trayectoria de Rufino Blanco en lo literario
Regresó a su ciudad natal en 1895, con un especial interés por la poesía y otras formas del arte literario. Ese mismo año participó en las revistas El Cojo Ilustrado y Cosmópola y materializa su primer poema escrito impreso bajo el nombre de “Patria”.
Para los años 1896 y 1897 presta servicios en la Embajada de Venezuela en Holanda. Pero, un duelo con un asistente del presidente de la República por divergencias en cuanto a pensamiento político lo lleva brevemente a la cárcel en 1898. A su salida del encierro viajó a Nueva York para dar clases de lengua española.
Rufino se traslada a República Dominicana para trabajar como periodista, un año después las autoridades de dicho país lo designan cónsul de Santo Domingo en Boston. En 1899 publica su primer libro “Trovadores y Trovas”, año en el que Cipriano Castro asume el poder político de Venezuela.
Una vez en la Presidencia, Cipriano Castro lo nombró secretario general del estado Zulia. En la capital marabina hace público su primer panfleto “De Cuerpo Entero”.
Entre 1901 y 1904 fue cónsul de Venezuela en Ámsterdam, y de regreso al país fue designado como gobernador del territorio federal Amazonas en 1905.
Entre la política y la literatura
Rufino siempre estuvo inmerso en el ambiente político sin dejar de lado su pasión e instinto literario. Cuando asumió el cargo de gobernador del Estado Amazonas manifestó su descontento por el monopolio del caucho.
Esta inmersión en el conflicto le costó su libertad temporalmente, en la cárcel de Ciudad Bolívar escribió una de sus obras novelísticas más resaltantes conocida como “El Hombre de Hierro”.
Tras su liberación regresó a Europa, allí estuvo solo dos años de su vida entre 1906 y 1908. El escritor regresa al país después del derrocamiento de Cipriano Castro, se desempeña como diputado en el mandato de Juan Vicente Gómez.
El mandatario le mandó a encarcelar por un año (1909-19010) en La Rotunda debido a que realizó fuertes críticas al gobierno. Luego de cumplir su condena fue desterrado del país, emigró a París en 1910 y de allí a Madrid en 1914. En España se dedicó a cultivar aún más su talento como escritor, y desde 1914 hasta 1936 escribe el panfleto antigomecista Judas capitolino (1912); 2 tomos de su diario La novela de dos años (1929) y Camino de imperfección (1933); Grandes escritores de América (1917); El modernismo y los poetas modernistas (1929); La lámpara de Aladino, y El conquistador español del siglo XVI (1921).
A la par de su desempeño literario el novelista continuó sumergido en el escenario político. Ocupó varios cargos públicos durante su vida en el extranjero: cónsul del Paraguay en Toulouse (1918-1925), en Lyon (1927) y en Lérida (1928-1932). Una vez restituida la República en España (1931), fue elegido como gobernador de las provincias de Almería (1932) y Navarra (1933).
A la muerte de Gómez
Gómez murió el 17 de mayo de 1935, circunstancia propicia para que el ilustre escritor regresara a Venezuela y cuatro años más tarde asumir como presidente del estado Miranda.
Su avanzada carrera literaria y de la historia lo hizo merecedor del título de individuo de la número de la Academia Nacional de la Historia.
Luego, viajó a Uruguay como ministro de Venezuela entre 1939 y 1941. Pasó sus últimos años de vida escribiendo sobre el Libertador Simón Bolívar, entre sus obras excelentísimas destacan: Bolívar y la guerra a muerte, El espíritu de Bolívar y Mocedades de Bolívar.
Rufino falleció cuando se trasladaba a Argentina, no obstante sus restos mortales fueron repatriados el 8 de diciembre de 1944 y trasladados al Panteón Nacional el 23 de junio de 1975.
En la actualidad, el país honra la ardua labor política de Rufino y valora su inmenso aporte a la literatura venezolana, por sus obras escritas fue propuesto para el otorgamiento del Premio Nóbel en la mención de literatura en 1925. Su legado permanecerá siempre como ejemplo en la vida de los literatos de la patria.
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